En "Focus", Cynic forjó el tipo de speed/death metal hallado en el primer álbum de Atheist con rock pregresivo de pensamiento positivo e hizo un testamento único al death metal. En "Traced in Air", la banda es un outsider que mira su primer éxito y trata de emularlo al sobre-dramatizar su técnica y estética, pero ignorando la composición que hizo al primer álbum memorable.
Las canciones aquí no transitan un paisaje topográfico donde ocurre el cambio como cuando una historia es contada, como hicieran en el primer álbum. En su lugar, son toscamente binarios, con gran variación dentro de cada mitad del tipo de "música por su propio bien", que quiere decir que encontraron algunas relaciones interesantes entre notas y las exploraron, pero como las partes están desconectadas la canción no va a ninguna parte. La primera mitad de lo binario es un tema contemplativo y más tranquilo, usado en la introducción y para demorar el retorno a la segunda mitad; esa porción es una interacción más activa entre la batería y la guitarra que aproxima un jazz open-jam que cae en riffs metal, reminiscentes de un Candiria más letrado.
Cada pieza empieza con su introducción, luego va hacia su segunda mitad -- en el cual ocurre una gran variación y ausencia de consistencia, dándole la sensación de un collage -- luego retorna a su tema más temprano y, como si tocara a través de su "cabeza" o tema principal en el jazz, recapitula todo lo que ha pasado antes de perderse en un sketch de la segunda mitad binaria. En estas mitades, los riffs son extensamente prestados de la fusión del rock progresivo y jazz y giran varias veces antes de que la banda caiga en un ensordecedor riff metal muy a la ligera, brevemente, antes de retornar a territorio familiar.
La percusión que se acentuó tan brillantemente en el primer álbum es ahora excesivamente sobre-tocado, con Sean Reinert intentando golpear cada batería tantas veces sea posible como tantas capas de sincopación, aparentemente divorciado de cualquier efecto que las guitarras puedan tener; las guitarras por otro lado enfatizan un riffeo libre y luego lo subraya con una interpretación de ritmo acordeado. Los instrumentos y la voz apoyan éstos, pero como la mezcolanza del abrigo de un mendigo, no están escogidos con ninguna intención hacia la única expresión de una pieza, sino son prestados al azar para asegurarse que sucede mucho en cualquier minuto.
El resultado expresa confusión, desorden y luego inmediatamente armonía, pero nunca narra un relato o crea una forma de canción única de la forma en que las canciones en el primer álbum sí hicieron. Como resultado, este álbum es una colisión entre un álbum metal desorganizado y una fusión desordenada de jazz, y es luego sobre-tocado para hacernos sentir que estamos consiguiendo más por nuestro dinero, pero luego que el disco termina, el único feeling es un vacío imperante y una sensación plástico desechado apilado en la forma de un símbolo de paz.
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Fuente: A pale shadow of the first album - 20%
Las canciones aquí no transitan un paisaje topográfico donde ocurre el cambio como cuando una historia es contada, como hicieran en el primer álbum. En su lugar, son toscamente binarios, con gran variación dentro de cada mitad del tipo de "música por su propio bien", que quiere decir que encontraron algunas relaciones interesantes entre notas y las exploraron, pero como las partes están desconectadas la canción no va a ninguna parte. La primera mitad de lo binario es un tema contemplativo y más tranquilo, usado en la introducción y para demorar el retorno a la segunda mitad; esa porción es una interacción más activa entre la batería y la guitarra que aproxima un jazz open-jam que cae en riffs metal, reminiscentes de un Candiria más letrado.
Cada pieza empieza con su introducción, luego va hacia su segunda mitad -- en el cual ocurre una gran variación y ausencia de consistencia, dándole la sensación de un collage -- luego retorna a su tema más temprano y, como si tocara a través de su "cabeza" o tema principal en el jazz, recapitula todo lo que ha pasado antes de perderse en un sketch de la segunda mitad binaria. En estas mitades, los riffs son extensamente prestados de la fusión del rock progresivo y jazz y giran varias veces antes de que la banda caiga en un ensordecedor riff metal muy a la ligera, brevemente, antes de retornar a territorio familiar.
La percusión que se acentuó tan brillantemente en el primer álbum es ahora excesivamente sobre-tocado, con Sean Reinert intentando golpear cada batería tantas veces sea posible como tantas capas de sincopación, aparentemente divorciado de cualquier efecto que las guitarras puedan tener; las guitarras por otro lado enfatizan un riffeo libre y luego lo subraya con una interpretación de ritmo acordeado. Los instrumentos y la voz apoyan éstos, pero como la mezcolanza del abrigo de un mendigo, no están escogidos con ninguna intención hacia la única expresión de una pieza, sino son prestados al azar para asegurarse que sucede mucho en cualquier minuto.
El resultado expresa confusión, desorden y luego inmediatamente armonía, pero nunca narra un relato o crea una forma de canción única de la forma en que las canciones en el primer álbum sí hicieron. Como resultado, este álbum es una colisión entre un álbum metal desorganizado y una fusión desordenada de jazz, y es luego sobre-tocado para hacernos sentir que estamos consiguiendo más por nuestro dinero, pero luego que el disco termina, el único feeling es un vacío imperante y una sensación plástico desechado apilado en la forma de un símbolo de paz.
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Fuente: A pale shadow of the first album - 20%
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